Escrito un 27 de Junio de 2022

 He estado dando mil vueltas a cómo empezaría esto ya que llevo preparándome mentalmente para la despedida mucho tiempo, pero creo que nunca llegaré a saber despedirme del todo de aquellos que me dejan marca. 

Creo que eso también dice mucho de las personas. El no saber despedirse. O el no querer. Sí, más bien es eso, porque si no te despides es como que dejas esperanza para un nuevo reencuentro pronto. Y yo solo pido que me concedáis ese deseo y que no pase mucho tiempo hasta que os vuelva a ver. 

Bien sabe Dios que me vine aquí con el miedo más grande que se puede tener tras estar sumergida en una oscuridad duradera que llevaba incrustada algún tiempo. 

Un día de Agosto sin saber muy bien qué hacía hice una búsqueda rápida en google para encaminar mi futuro, sin esperanza alguna si os digo la verdad. Mi sorpresa llegó cuando un 13 de Septiembre me encuentro montada en un tren, o más bien dos, y viajando sola por primera vez en mi vida. Yéndome exactamente a 883 km de mi casa sin haberme separado más de dos semanas seguidas de los míos. 

Y pronto conocería a mis niñas, a mis soles. Al principio todo era frío porque cada una venía desubicada al culo del mundo a estudiar un máster que nos obligan a estudiar por pura burocracia. Pero con el primer viaje a León todo cambió, o al menos para mí ese fue el desencadenante de todo. Antes os tenía un cariño muy grande y érais personas muy importantes para mí aquí, pero a partir de ahí os empecé a querer. Me mimeticé con cada historia personal que contaba cada una y dije para mis adentros: lo que han pasado estas niñas y lo enteras que se las ve. 

Y me ablandásteis el corazón cuando me escuchásteis a mí y me apoyásteis tantísimo. Soy tan, tan afortunada de poder decir con la boca llena que nunca me ha faltado una palabra de aliento de cualquiera de vosotras. Habéis sido como la llave con la que se le da cuerda a la bailarina de ballet para que baile en el joyero. Nunca me habéis dejado parar de bailar. Cuando estaba a punto de acabarse la cuerda, ahí había alguna de vosotras para volver a darle y recargar las pilas que me faltaban. 

Os he necesitado tanto en estos meses y habéis sabido estar tan bien... Que no sé cómo agradecer a la vida o a quién haya sido el artífice de que todo esto me pase a mí. Nunca sabré cómo agradecerlo. 

Sin saberlo habéis desbloqueado partes de mí que llevaban tiempo escondidas. Habéis pulsado teclas que por cosas de la vida hace mucho que no sonaban. Me habéis hecho conocer partes de mí que no sabía que seguía teniendo y habéis revivido sentimientos en mi corazón que llevaba tiempo sin experimentar. 

Solo me queda agradecer y pedirle al destino que nuestros caminos vuelvan a unirse en algún otro momento de nuestra vida. Porque antes no os conocía, pero ahora que os conozco, ya no sé vivir sin vosotras. 


Gracias. 




Comentarios

Entradas populares de este blog

.